«No saldrás de aquí hasta que cambies». Esta es la frase más repetida en las cerca de 200 clínicas de Ecuador que suministran a la fuerza la cura gay a los homosexuales que son internados por sus familiares en contra de su voluntad.
La fotógrafa ecuatoriana Paola Paredes, de 32 años, llevó a cabo una investigación sobre estos centros. Consiguió visitar tres y entrevistar a tres mujeres que pasaron por sus instalaciones. La conclusión a la que llega es demoledora.
«Hay pacientes que al final del tratamiento fingen que han cambiado para poder salir de estas clínicas. Una vez fuera, rompen toda relación con la familia. En realidad, no hay hay casos exitosos: nadie sale curado», cuenta Paredes.
En 1997 el Gobierno de Ecuador despenalizó la homosexualidad. Desde entonces se ha aprobado la unión civil, aunque el matrimonio gay sigue estando prohibido. Todavía es una sociedad muy conservadora y religiosa.
Si por un lado hay mucho activismo y cada vez más políticas que defienden los derechos del colectivo LGBTI, por el otro existen grupos que reaccionan contra estas leyes, como la organización evangélica llamada Con mis hijos no te metas, que organiza marchas contra la enseñanza de la ideología de género en las escuelas.
La fotógrafa, que salió del armario en 2013 y documentó todo el proceso en un proyecto autobiográfico llamado Unveiled, explica que estos centros no ofrecen abiertamente el tratamiento de deshomosexualización.
«Son clínicas especializadas en problemas de alcohol y drogas y que también tratan la “desviación de carácter”, como llaman a la homosexualidad. En mis investigaciones pude averiguar que hay 200, de las que 89 son legales y registradas por el Gobierno. Las demás son clandestinas», señala.
Paredes se enteró de la existencia de estas clínicas de rehabilitación en 2011 cuando una amiga le contó cómo una mujer consiguió escaparse de una. «Me afectó terriblemente porque yo en aquella época todavía no había salido del armario. Lo primero que pensé es que me podría pasar a mí, que podría ser torturada física, emocional y psicológicamente solo por ser homosexual. Esto me aterró, me indignó y se quedó en la cabeza».
Poco después la fotógrafa se mudó a Londres, donde concibió Until you change, para cuya realización recurrió al autorretrato.
La investigación empezó con una larga entrevista a una sobreviviente. «Fue muy complejo encontrar a alguien dispuesto a hablar, porque estas personas no quieren ser revictimizadas. Con el tiempo logré entrevistar a una chica, que se transformó en mi personaje principal. Conversé con ella durante seis meses. Tengo muchas horas grabadas sobre su experiencia. Después tuve la oportunidad de entrevistar a otras dos chicas. Esto me permitió entender qué pasa en otras clínicas», cuenta Paredes.
El tratamiento aplicado no varía de centro a centro. «Los pacientes son torturados: no comen bien, hay casos de violación correctiva, uso de esposas y sogas, baños con agua fría. De vez en cuando les suministran un líquido desagradable a base de agua del retrete, cloro y café amargo, que les obligan a tomar cuando no se portan bien», relata la autora del proyecto.
Paredes logró que le ofreciesen este tratamiento en tres clínicas clandestinas, en las que se presentó fingiendo tener una prima con problemas de alcoholismo y homosexualidad. Estas clínicas tienen una fuerte base religiosa, basada en creencias católicas y evangélicas. También son muy lucrativas: los familiares llegan a pagar entre 500 y 1.200 dólares al mes.
Para preservar el anonimato de las víctimas y evitar que reviviesen un trauma que deja muchas secuelas, como el estrés postraumático o el delirio de persecución, la autora optó por reconstruir las escenas e interpretar el papel de las pacientes maltratadas. Fue necesario un entrenamiento con un director de teatro y con actores. Las fotos fueron realizadas durante un acto performático, que exigió una gran preparación previa.
«Primero pensé en contratar a una actriz, pero al final me decanté por el autorretrato. Sentí que podría inyectar algo de verdad en las fotos por ser lesbiana, por haber sentido miedo de aceptar mi sexualidad y de poder ser encerrada en estas clínicas», revela.
Desde que lo lanzó en 2016, Until you change ha tenido muchísimas publicaciones y ha generado debates dentro y fuera de Ecuador. Paredes se muestra satisfecha con el resultado y optimista de cara al futuro.
«En Ecuador hay mucha resistencia a cualquier cambio que quiera hacer el Estado para mejorar las condiciones de vida de las personas LGBTI. La población tiende a reaccionar, pero al mismo tiempo veo que en ciudades como Quito empieza a haber lugares abiertos donde la gente puede ser gay libremente. El año que viene podría incluso aprobarse el matrimonio gay».
Publicado por Yorokobu