La Cabina: un festival con una gran selección de mediometrajes LGBT

Este certamen de Valencia y Filmin acogen una interesante selección durante este mes de noviembre

De unos años ahora, muchos de los que no somos reaccionarios pueden considerar que el mundo se ha vuelto más violento e insolidario. De esta percepción, una parte de culpa es de los medios de comunicación y otra de las redes sociales que en su afán crítico magnifican el fascismo contemporáneo y sus acólitos.

Si hay esta visión oscura de la realidad significa que hay una luz desde la que se ve y que frente a lo reaccionario hay personas solidarias, pacíficas y, aún más, comprometidas.

Entre estas personas hay cineastas, muchos jóvenes, que con la cámara narran historias emotivas, sociales… temas que importan fuera de los circuitos comerciales.

LA CABINA, festival internacional de mediometrajes de Valencia, incluye en su programación (noviembre, 2018) algunas de estas historias. (Historias a las que se puede acceder a través de Filmin hasta la clausura de la edición 2018).

Entre todos los mediometrajes quiero resaltar, por distintos motivos, los de temática LGBT. Producciones en muchos casos precedidas por el reconocimiento de la crítica y el público.

FANNY (2018)

Fanny es una producción noruega dirigida con sobriedad por Halfdan Tøndel (1990) cuya protagonista es Fanny, una joven de 25 años, bisexual pero esto… no es lo que importa.

La bisexualidad no está tratada como cuestión dramática ni morbosa. Solo es una característica del personaje.

El guion está centrado en Fanny, una joven desubicada en una ciudad que no reconoce tras una larga ausencia. A esto se suma su incomodidad como alumna de la universidad entre compañeros más jóvenes.

La naturalidad con la que Fanny trata la bisexualidad se corresponde con la aceptación y sensibilidad de los noruegos con el colectivo LGBT.

Noruega fue el primer país del mundo en crear leyes contra la discriminación a los homosexuales (1981) y fue de los primeros en legalizar las uniones civiles homosexuales en los 90. Una prueba de esta sensibilidad es que la primera ministra Erna Solberg —del partido conservador— encabezó el desfile del orgullo gay en Stavanger en 2018. (¿Podemos imaginar a los líderes de la derecha española en situación similar?).

Con estos antecedentes, Fanny, más que una película sobre la visibilización de la bisexualidad, es una historia sobre encontrar un amor correspondido.

THE MAN-WOMAN CASE (2017)

«Monstruo perverso». Así retrató la prensa australiana a Eugene Falleni, acusado de matar a su primera esposa para evitar que ella revelara un secreto: Eugene había nacido hombre.

Un argumento truculento que está basado en una historia real: la dramática vida de Eugene Falleni (1875-1938), uno de los primeros transexuales conocidos del siglo pasado.

Lo que para el pueblo, la prensa y la justicia era asesinato para Eugene Falleni fue un fatal accidente. Lo único cierto es que desde el momento de la muerte de la esposa, el destino de Falleni estaba marcado, lo que le obligo a huir… siempre con identidades de hombre.

La francesa Anaïs Caura crea con The man-woman case una animación de trazo minimalista con un guion oscuro y dramático. Iniciada como webserie en Youtube de capítulos brevísimos, La Cabina proyectará el conjunto de webisodios como pieza única. De esta manera, no se rompe la intensidad de la propuesta.

Bajo el envoltorio de un thriller de animación, una idea poderosa: Eugene es una figura de su época con varios frentes abiertos: la justicia, la crítica popular —más por ser transexual que asesino— y la crítica hacia sí mismo por la incapacidad de aceptar la propia naturaleza. No eran tiempos…

HARD WAY (2016)

El argumento de Hard Way es sencillo como el de muchas películas de acción: el agente del SWAT Jake pierde a su amigo Zach en una operación contra un grupo terrorista. Jake quiere venganza…

Pero el director y guionista alemán Daniel Vogelmann revienta los clichés:

  • Jake y Zach son homosexuales.
  • Los terroristas son mujeres con una estética punk y gótica propia de producciones como Blade Runner y Mad Max Fury Road.

Entre escenas de violencia números musicales de varios géneros en las grises calles y las alcantarillas de Detroit. Esta violentísima versión musical de Los hombres de Harrelson se ha convertido en un título queer de culto.

A priori, Vogelmann no pretende otra cosa que distraer al público, pero queda como poso una idea: ¿por qué los héroes de acción del cine popular muestran una heterosexualidad casi insultante? ¿Los personajes interpretados por Bruce Willis y Jason Statham sería menos letales si fueran homosexuales? ¿Por qué los héroes de acción pueden ser mujeres pero no gays?

PINK PILL (2017)

En 2001, China eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Hoy no hay leyes contra la homosexualidad en el país asiático, pero los bares gays de las grandes ciudades sufren acoso policial, y una parte del pueblo tacha a los homosexuales como depravados, sobre todo a las lesbianas. Ser mujer en China es difícil; ser lesbiana, un agravante.

Con este ambiente hostil, Pink Pill, de la directora china Xiaoshan Xie, es una obra valiente.

Basada en una historia real, la protagonista es una estudiante de secundaria lesbiana, de una pequeña localidad, acosada por los compañeros de estudios. Los amigos quieren «curar» su homosexualidad con una pastilla afrodisíaca.

Para retratar este sinrazón, Xie emplea una realización cercana al documental, con actores en muchos casos sacados de la calle (como prefería el neorrealismo italiano). Así, Xie nos transporta a la China rural, mostrando lo que no el Gobierno chino oculta: la intolerancia de una parte importante de la población hacia el colectivo LGBT y las mujeres en particular.

MIKELE (2016)

A veces, las noticias hablan de jóvenes que se suicidaron poco después de anunciar que eran homosexuales o querían cambiar de sexo. Estos jóvenes no soportaron las humillaciones y amenazas de el centro de estudios ni el barrio. Son noticias desoladoras; nos hacen dudar de las bondades de las masas.

Luego conoces a Mikele a través del documental de Ekhiñe Etxeberria Garjón y la fe en la humanidad renace.

Mikele es una adolescente navarra optimista, risueña, que nació con cuerpo de chico. El documental desgrana el proceso, no siempre fácil, a través de los testimonios de la protagonista y de la familia. Mikele habla con inteligencia, naturalidad y valentía a la cámara sobre su transformación. Comenzó a los 12, como ella relata:

—Siempre he dicho: de mayor quiero ser una chica. ¿Pero quieres ser una chica o eres una chica?, preguntó mi madre. Sí, soy una chica.

Así, sin dramatismos, inicia Mikele el camino hacia el encuentro del verdadero yo, arropada por la familia, compañeros de estudios y vecinos de Huarte, una localidad de 7.000 habitantes.

El testimonio de Mikele avanza a la par que escenas que respiran autenticidad de la vida cotidiana con las amigas y los amigos, con la hermana pequeña, con los padres.

El conjunto es esperanzador para otras personas que como Mikele buscan apoyo, cariño y comprensión en el proceso de cambio de sexo.

Publicado en Yorokobu