Visibilidad trans: el orgullo de la resistencia

Quienes me conocen, saben que me gustan las fechas. No es que sea buena memorizándolas, la verdad casi siempre olvido el día en el que estamos, pero me gusta tener presente algunas que considero importantes.

Yo creo que a veces no se entiende cuál es la manía que tenemos algunas personas trans con ciertas fechas. Por ejemplo, hace unos meses le comentaba a una amiga que era mi aniversario de “salida pública del clóset”. Ella no lo entendió y creyó que era mi cumpleaños, fue un poco difícil explicarle que son cosas diferentes, importantes las dos para mí, pero diferentes.

Pero más allá de las fechas personales, hay otras fechas que me hacen sentir alegre, conmovida o rabiosa. Yo confieso que el 31 de marzo, me da cierta ansiedad. Entre otras cosas es el día de la visibilidad trans, es decir, un momento que tenemos las personas trans para decir con mucho orgullo “aquí estamos, sobreviviendo”.

Es este tema de la visibilidad, la que me viene dando vueltas dentro de la cabeza desde hace un tiempo. Y que hace poco comentaba al compartir un artículo de otra chica sobre el tener que contarle a las personas con las que quería tener sexo, que ella era trans. Sin darme cuenta, este posteo bastante sencillo para mí, generó algunas reacciones que no esperaba. Varias personas me buscaron, por mensaje o en persona para comentar algún aspecto de algo que para ellos era una realidad ajena, “nunca imaginada”.

Por eso sentí la necesidad de extenderme un poquito más sobre el asunto de la visibilidad el día de hoy.

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A veces salgo a la calle con miedo, con mucho miedo. Igual que todos, hay días buenos y días malos, pues es en esos días malos que cuando salgo a la calle me siento observada, juzgada y amenazada. Vivo en un barrio tranquilo, trabajo a unas cuantas cuadras de mi casa y creo que soy medianamente conocida, al menos de vista, por los vecinos. Es decir, sé que muchos se han acostumbrado a ver una chica de pelo Morado pasar frente a ellos todas las mañanas.

Aunque sé que mi barrio y ambiente es relativamente seguro, cuando recuerdo que estoy en una ciudad, un país y una región del mundo, extremadamente violenta con las personas trans; no puedo evitar sentir algún temor adicional.

Desde que asumí mi condición de persona trans públicamente, lo hice con la intención de no ocultarlo nunca. Justamente porque considero que es necesario que se sepa que nosotras hemos estado aquí desde siempre, y que estamos en cualquier lugar.

Podemos ser su amiga, su vecina, la persona que le atiende en el supermercado, la diseñadora, la ingeniera, la periodista, la cajera del banco. Cualquier persona puede ser una persona trans, y usted no lo sabe y posiblemente no lo tenga que saber.

Yo creo que esta necesidad de visibilizarnos, tiene principalmente una importancia histórica: generalmente, mucha gente tiene un preconcepto horrible sobre las personas trans. Y no logran asociar que conocen a alguien que no es nada parecido al preconcepto que tienen.

Y no es para menos, si la misma sociedad se ha encargado de marginarnos, negarnos y condenarnos a vivir semiescondidas. Una sociedad machista, opresora, no puede entonces más que crear esos preconceptos horribles para justificar ese odio hacia nosotras, para obligarnos a huir y reforzar la marginalidad.

En esos días que me siento un poco insegura en mi barrio, y a pesar de ser tratada bien por las personas con las que comparto cotidianamente; me pregunto si ellos sabrán que soy una persona trans. Es terrible pensar esto, pero lo pienso, entonces me surge otra pregunta: Existiendo una gran posibilidad de que no lo sepan ¿Si lo supieran me tratarían igual de bien, o cambiaría completamente el concepto que tienen de mí?

Resulta una pregunta horrible, pero tiene un fundamento real. No son pocas las ocasiones, que he visto cambiar el rostro, el tono y el trato cuando le comento a alguien que soy una persona trans.

¿Si lo supieran me tratarían igual de bien, o cambiaría completamente el concepto que tienen de mí?

Cuando me hago estas preguntas, siempre considero una enorme posibilidad que realmente la persona que me atiende no sabe que soy una mujer trans. Y eso lo he aprendido a pesar de mí misma, pues yo siempre siento que ando un enorme rótulo en la frente lo quiera o no, un rótulo que comienza a brillar cada vez que dejo salir una palabra con mi ronco timbre de voz.

Yo nunca he negado ser una persona trans, ni en mi edificio, ni con amigos, ni en mi barrio. Pero tampoco me presento diciendo: “Hola, soy Vanessa la trans”.

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Tengo varios amigos que aprecio mucho, y con los que he comentado varias veces algunas cosas sobre lo que es vivir con ese miedo, aun siendo “privilegiada” por tener un trabajo estable que me permite vivir en un barrio tranquilo en el centro de la ciudad.

Muchas veces sin quererlo terminan diciendo cosas que, aunque bien intencionadas, son prejuiciosas. La primera cosa que me mencionan es: “Ah, pero tienes la ventaja que no pareces trans”.

¿Cómo debería verme para ser “más trans”? A mí me gusta la persona que soy hoy, y sí, tengo momentos en los que se me “bajonea” la autoestima y me siento incómoda con algunas partes de mi cuerpo; que eso es algo que nos pasa a todas las personas, hombres, mujeres y personas no binarias. Y aunque me sienta bien por cómo me veo, no es porque quiera dejar de ser trans. Sé que cuando me han dicho esto, es con la intención que me sienta mejor o más segura, pero en cierto sentido se basan en un preconcepto de “como se ven las personas trans”.

En otra ocasión, le comentaba a una amiga durante aquellos días de las elecciones nacionales, que ver las noticias era horrible, pues por esos días en esta ciudad, un grupo de partidarios de la ultraderecha mataron a golpes a una chica trans.

Ella me decía que sí, que yo debía andar con cuidado. “Y no crea, también las mujeres nos tenemos que cuidar”. No es la primera vez que ella hace esa división, consciente o inconscientemente siempre hace una división entre “las mujeres” y “nosotras”. Ella no niega que ambas corremos peligro, ella no niega que ambas enfrentamos la opresión, pero además de sumarse al coro de “no pareces trans”, en nuestra cotidianidad necesita recalcar que no somos “el mismo tipo de mujer”.

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La visibilidad se lleva con orgullo, sí. Nos llena de orgullo. Pero a la vez, en una sociedad machista y hostil con las personas trans, es contradictoria, porque puede hasta ser peligrosa.

Esos días que pienso que mi barrio es seguro, y no me van a matar a golpes ¿Es porque aparentemente las personas del barrio no saben que soy trans? ¿Si fuera “más evidente”, sería tan seguro para mí andar por la calle?

Generalmente utilizamos la palabra “pasar”, para referirnos a esta condición en la que de primera entrada, segunda, tercera, etc, nadie toma en cuenta que somos personas trans. Es decir, que si no lo comentamos nadie se enteraría. Y déjenme confesarme, es un lugar muy cómodo. Tan cómodo, que yo misma a veces olvido que vivo en un mundo hostil con mi identidad.

La visibilidad se lleva con orgullo, sí. Nos llena de orgullo. Pero a la vez, en una sociedad machista y hostil con las personas trans, es contradictoria, porque puede hasta ser peligrosa.

En cierto sentido, por esto en ocasiones me es más evidente la opresión hacia todas las mujeres que la opresión específica contra las personas trans. Porque me enfrento a situaciones machistas todos los días, pero por ser mujer y no necesariamente por ser “mujer trans”.

Y claro, cuando me enfrento a una forma específica de discriminación por ser persona trans, me quedo desconcertada y recuerdo que a veces y sin querer, estoy en un lugar más cómodo que muchas otras de nosotras. Tanto por mi ambiente de trabajo, por mis amigos, vecinos; como por que no siempre soy “leída” como persona trans de primera entrada. Y ahí vuelvo a la reflexión de la visibilidad.

Hace un año me vine a un país completamente diferente, muy lejos de mi ciudad natal. La ventaja de cambiar así de ciudad es que tienes la oportunidad de rehacer la vida sin dar muchas explicaciones. Sea como sea, quienes hacemos una transición de género, siempre nos encontramos con alguien que con buena o mala intención, nos va a señalar que anteriormente “la sociedad nos veía de otra forma”. Siempre está(n) esa(s) persona(s).

Y cuando se va lejos, casi la totalidad de tus nuevos amigos solo les importa quién eres hoy. Y eso es hermoso. Entonces la tentación de “solo pasar” es más fuerte. ¿Entonces para qué debería gritar siempre que me es posible que soy una persona trans, si cuando lo hago me tratan terrible?

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En el calendario de fechas LGBTI, solo hay dos fechas, o podemos decir que tres: El 21 de octubre se realizan acciones en el Día Internacional por la Despatologización Trans, el 20 de noviembre el Día internacional de la memoria trans, donde se conmemoran a todas las personas trans que han sido asesinadas durante el año. Y finalmente, el 31 de Marzo que es el Día de la visibilidad trans.

Las tres fechas reflejan resistencia y lucha contra la opresión, discriminación y violencia. Pero quizá el día de la visibilidad, es la que siento que no conmemoramos nuestra memoria desde la muerte y violencia; sino desde el orgullo de ser.

Visibilidad, es tan contradictorio tener que conmemorar un día para decirle al mundo que existimos. Si pocas veces pasamos inadvertidas cuando asumimos nuestra identidad, pues siempre se causa un “pequeño terremoto” en nuestras relaciones de amistad, familiares, laborales. Con una acción tan personal como asumir nuestra identidad, pasamos por un momento a ser el centro de la atención: Algunos comentan con vergüenza, otros con odio, otros con orgullo solidario; pero al inicio no es tan fácil pasar inadvertidas aunque así lo quisiéramos.

Salir públicamente levantando con orgullo nuestra identidad, es un acto de rebeldía, de resistencia.

Luego viene el sepultarnos, el olvidarnos, el ignorarnos, excluirnos. Aquellos que con odio o vergüenza no podían dejar de pensar en nosotras; nos declararán muertas y borrarán nuestra historia.

Esa es mi respuesta de porqué es necesario decir con orgullo que somos personas trans. Esa es la importancia para mí de visibilizarnos. Porque salir públicamente levantando con orgullo nuestra identidad, es un acto de rebeldía, de resistencia.

Somos mujeres, hombres y personas no binarias. Somos trans, sí, pero personas al igual que cualquier otra pero tenemos una particularidad. A mí me gusta pensar que es necesario celebrar que somos personas trans, porque puedo decir con propiedad que llegar hasta aquí no es nada fácil. Asumir nuestra identidad de género nunca es un asunto sencillo, lleva enfrentar miedos, humillaciones, vergüenzas infundadas, conlleva enfrentar mucho dolor. Pero es lo hacemos porque no tenemos otro camino.

Entonces para mí, ser visibles es eso: decir con orgullo que he pasado muchas cosas, algunas más dolorosas que otras, pero que sigo de pie. Que a pesar de todo, estoy viva. Y soy feliz de ser quien soy. Trans y rebelde.